Vuelve y ayúdalo
Y viendo la valentía de Pedro y de Juan, y teniendo en cuenta que eran hombres sin letras e indoctos, se asombraban y reconocían que habían estado con Jesús. (Hechos 4:13 RVA2015)
Hoy, aprendí una vez más que cuando Dios dice «salta», debo responder: «¿hasta qué altura?» Él siempre sabe lo que más conviene.
Pasé por un depósito de mercancía y casi me llevo por delante a un hombre que con mucho esfuerzo intentaba subir un neumático pesado a su camioneta. Solté una carcajada y le dije: «Parece que vas a salir rodando». Él también se rió y yo seguí mi camino.
No había recorrido más de unos metros cuando oí una voz en mi interior que me decía: Vuelve y ayúdalo. De golpe me sentí avergonzado por no haberle ofrecido más que un chiste de mal gusto en vez de darle una mano. Así que me di la vuelta, me acerqué, y él aceptó gustoso mi ayuda.
Mientras cargábamos los neumáticos nos pusimos a charlar le comenté que soy cristiano y misionero. —Eso es fantástico —me dijo—. ¿Sabes? Al ayudarme me demostraste que eres coherente con tus creencias.
Así no más. ¡Vaya! Qué bien me sentí de haber escuchado la voz de Dios y haber aprovechado esa oportunidad de ofrecer una muestra patente de mi fe.
Me recordó el refrán: «Más enseñan buenas acciones que buenos sermones». Ojalá que todos, al igual que los primeros discípulos, podamos demostrar por medio de nuestras acciones que hemos estado con Jesús. —Chris Mizrany [1]
Los seguidores de Jesús no siempre saben adónde van, pero siempre saben con quién caminan. —David Platt (nacido en 1979)
[1] Conéctate Año 21, número 9