Se logra mediante la gracia de Dios
No se conformen a este mundo; más bien, transfórmense por la renovación de su entendimiento de modo que comprueben cuál sea la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta. (Romanos 12:2)
Se nos insta a desarrollar una disposición de ánimo acorde con la Escritura para que nuestros valores, deseos y moral se basen en las enseñanzas de la Biblia y no en las normas de la sociedad.
La piedad y la devoción también requieren que nuestra voluntad se transforme de tal manera que se ajuste a Su voluntad tal como nos ha sido revelada en la Escritura. Acogemos lo que se ciñe a la voluntad de Dios y desestimamos lo que se le opone.
La transformación en semejanza a Cristo es holística en el sentido de que muda la totalidad de nuestra persona. Es un proceso que empieza en el momento de nuestra salvación y continúa a lo largo de la vida. Se logra mediante la gracia de Dios y la obra transformadora del Espíritu Santo. Eso, sin embargo, no significa que Dios nos transmute en semejanza a Cristo sin ningún esfuerzo de nuestra parte. Cuando asumimos seriamente el cometido de imitar a Cristo, sin duda oramos para que el Señor nos cambie, pero a la vez tomamos decisiones que nos impulsen hacia la santidad y somos consecuentes con esas decisiones.
Para alcanzar una mayor similitud con Cristo es imperativo que asumamos una postura clara contra las acciones, impulsos y pensamientos negativos que en nuestra mente y corazón nos inducen al pecado; y que por otra parte abracemos las virtudes, valores y preceptos morales que reflejan la naturaleza divina. —Peter Amsterdam [1]
Cada cual es libre de tomar sus propias decisiones morales, pero también está obligado a rendir cuenta de ellas a Dios. —Aiden Tozer (1897–1963)
[1] Áncora En pos de la santidad