Puedo resistir un poquito más

Y el Señor encamine vuestros corazones al amor de Dios, y a la paciencia de Cristo.» (2 Tesalonicences 3:5 RVR1960)

 La verdad, aunque me cueste aceptarlo, es que a veces esperar es lo que me corresponde hacer. Sabemos que muchos personajes de la Biblia tuvieron que esperar y esperar para que sus planes, sueños o destino se hicieran realidad. Noé, Moisés, David, Daniel y Jesús tuvieron que soportar largas esperas antes de que lograran su objetivo.
 A veces, la paciencia no se limita a esperar durante un período de tiempo sin quejarse hasta que «nuestros astros se alineen». A veces significa aguantar mientras las cosas de hecho empeoran por mucho que tratemos de evitarlo. Tal vez la paciencia es aceptar honestamente que nosotros no sabemos lo que más conviene y estar dispuestos a seguir pedaleando cada día por difícil que sea y durante el tiempo que sea necesario, hasta que Dios nos revele el panorama general.
 La paciencia no es no hacer nada. Es hacer lo que podemos, aunque no conforme a nuestra propia sabiduría, fortaleza y atropellada agenda. La paciencia es saber en Quién creemos y estar totalmente convencidos de que, si lo obedecemos, seguimos y le confiamos nuestra vida, Él cuidará de nosotros y de nuestro destino, libres de toda asechanza y aun en los días más oscuros.
 or lo tanto, todo es por medio de Él y por Su gracia puedo resistir un poquito más.  —Chris Mizrany [1]

 No damos lugar a la fe si esperamos que Dios cumpla de inmediato con lo que promete. —Juan Calvino

[1] Áncora Paciencia, ¡¿pero hasta cuándo?!

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