Cuán distinta es la vida del cristiano auténtico

Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto. (Juan 12:24)

 Desde luego es una extraña paradoja que la vida surja de la muerte. A menos que mueras, nunca vivirás verdaderamente. Y de igual manera, a menos que des nunca podrás recibir.
 Alguien dijo sabiamente que el paquete más pequeño del mundo es una persona envuelta en sí misma. Qué cierto es. ¡Cuán distinta es la vida del cristiano auténtico y dedicado cuyo ego ha muerto! Ha sido crucificado con Cristo, ha nacido de nuevo y es una nueva criatura.
 Pablo dijo: «Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí». Sin más egocentrismo ni motivaciones egoístas, sino motivado por Cristo. Él invierte la vida en intereses más sublimes, en la satisfacción que produce una vida entregada al prójimo. Se trata de dedicar nuestra vida a los demás en lugar de solo a nosotros mismos.
 Si estás sufriendo la soledad que nace del egocentrismo, la que se concentra exclusivamente en uno mismo, acepta este versículo de la maravillosa Palabra de Dios y pídele al Señor que te ayude a olvidarte de ti y pensar más en Él. Búscalo, entrégate a Cristo. Entrégale todo tu ser, como dice ese pasaje: «Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios». Y añade que es un culto racional. (Romanos 12:1) —Virginia Brandt Berg [1]

Dame amor que guíe mi ser,
fe que todo pueda vencer,
esperanza que no desmaya
y una enorme pasión halla.
Que no merme y me quede sin voz,
hazme tuya, oh llama de Dios. —Amy Carmichael

[1] Áncora Una vida que vale

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Aquel regalo no se parecía a nada de lo que había disfrutado hasta entonces