Sostenidos por su fe

El Señor es como un padre con sus hijos, tierno y compasivo con los que le temen. (Salmos 103:13 NTV)

 ¿Has observado que al atravesar un mar de penurias y dificultades unos se quedan a flote y otros se hunden y tocan fondo? ¿Qué distingue a los nadadores de los que se ahogan? Según he podido constatar, un factor determinante es la fe en el amor de Dios. La persona que es consciente del profundo amor que Dios le profesa tiene la confianza de que Él nunca la abandonará a su suerte, por mucho que las olas le pasen por encima. A diferencia de los que no creen, no malgasta fuerzas luchando por conservar la cabeza fuera del agua. Tampoco entra en pánico, lo cual sería aún peor, pues se iría al fondo más de prisa. Los nadadores se mantienen a flote sostenidos por su fe y más bien emplean sus energías en llegar a tierra firme.
 Si te identificas más con los ahogados que con los nadadores, prepárate para el próximo período de zozobras fortaleciendo tu fe en el amor de Dios. El alcance y la profundidad de ese amor superan nuestra comprensión.
 A Dios no le produce ninguna satisfacción vernos en apuros. Eso no significa que nunca vaya a permitir que sufras contrariedades; pero puedes tener la certeza de que te socorrerá cuando te encuentres con el agua al cuello. Es más, hay un versículo de la Biblia que promete justamente eso: «Cuando pases por las aguas, Yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán». (Isaías 43:2) —Keith Phillips [1]

 El ascensor que lleva a la fama está fuera de servicio. Tendrá usted que subir por las escaleras… peldaño por peldaño. —Joe Girard (1928–2019)

[1] Conéctate El arte de nadar

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