Armarse de fe

Por lo cual, anímense los unos a los otros y edifíquense los unos a los otros. (1 Tesalonicenses 5:11 RVA2015)

 La manera de afrontar las circunstancias varía según cada persona. Hay muchas maneras. Unos optan por el pesimismo, otros por un optimismo desmesurado y la mayoría por un punto intermedio. Conviene armarse de fe, optimismo y esperanza al afrontar numerosas situaciones. Para ser honestos, todos lidiamos continuamente con un sinfín de problemas. De no enfrentarlos con una buena medida de fe, resulta fácil abrumarse y volverse pesimista. En especial al tratarse de situaciones difíciles o de problemas graves.
 Es perjudicial para el espíritu permitir que los problemas de cada día acaben con la fe. Conduce al desánimo y la angustia. No obstante, se necesita una gran medida de fe para superar la ciénaga de dificultades y negativismo, y ayudar a otros a hacer lo mismo. 
 Una de las cualidades de quienes poseen mucha fe es que no se preocupan tanto. Manifiestan una perpetua confianza en el Señor. Las preocupaciones parecen no hacer mella en ellos. Se figuran que todo terminará por solucionarse, como en efecto suele ocurrir. Ese es el concepto fundamental de la fe. “Si puedes creer, al que cree todo le es posible”. (Marcos 9:23) —Maria Fontaine [1]

 El optimismo consiste en levantar el rostro hacia el sol y nunca dejar de avanzar. Mi fe en la humanidad fue puesta a prueba en muchos momentos sombríos. Pero me negué a rendirme. No podía hacerlo. Ese camino conduce a la derrota y la muerte. —Nelson Mandela

[1] Áncora La fe y las circunstancias

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