Sensibles y adaptables

Que el Dios de esperanza los llene de todo gozo y paz en el creer, para que abunden en la esperanza por el poder del Espíritu Santo. (Romanos 15:13 RVA2015)

 El Espíritu de Dios en nosotros nos confiere poder, nos cambia, nos transforma, nos reforma, nos inspira y nos impulsa a hacer la voluntad de Dios, ya se trate de amar a los demás, de testificar, de enseñar, de predicar, de hablar, de crear. 
 El Espíritu Santo es la presencia viva de Dios. Mora en nosotros, y su influencia transformadora guía nuestra conciencia y nos capacita para vivir conforme a la verdad divina.
 El Espíritu de Dios nos habla a través de Sus palabras. La Palabra prepara el terreno de nuestro corazón para la obra del Espíritu Santo y sensibiliza nuestro corazón, nuestra mente y nuestro espíritu para recibir la influencia del Espíritu.
 Nos sentimos compelidos a seguir el código moral que Dios ha puesto en nuestro corazón, de manera que nuestros actos estén motivados por el amor y la integridad.
 Como sucede con otras cosas, cada uno, conforme a su fe, escoge cómo responder a la convicción del Espíritu; de todos modos, es importante que hagamos nuestra parte y procuremos ser sensibles y adaptables al actuar del Espíritu en nuestro corazón y nuestra vida. —P. Amsterdam [1]

 Sin el Espíritu de Dios, nada podemos hacer. Somos como barcos sin viento o carros sin corceles. Como ramas sin savia, marchitos. Como carbones sin fuego, inútiles. —Charles Spurgeon

[1] Áncora Perseguir el Espíritu de Dios

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