Abracemos con ansias
Te doy gracias, porque has[a]hecho maravillas. Maravillosas son tus obras, y mi alma lo sabe muy bien. (Salmos 139:14 RVA2015)
Cuando un seguidor de Jesús vive la vida acorde con Sus preceptos, se convierte en algo hermoso. Ser cristiano y mantener una relación con Dios debería ser algo que impregne nuestras experiencias cotidianas, se integra a nuestras decisiones y brinda color a nuestra percepción de nosotros mismos, de los demás y de la vida misma.
Como un bello cuadro, la gloria más grande de un cristiano se compone de innumerables componentes pequeños. Las pequeñas manchitas de pintura que parecen tan insignificantes cuando las miramos de cerca se tornan en una belleza conmovedora cuando se contemplan en su totalidad.
Del mismo modo, las incontables expresiones del amor de Dios compartidas con los demás en el transcurso de la vida de un cristiano parecen insignificantes en sí mismas. Sin embargo Dios las observa en el contexto de la totalidad de una vida que lo glorifica y Él se complace en su belleza.
Somos obra de Dios. Al dar lugar a que Él plasme los diversos matices de Su amor y misericordia y dé forma a la belleza que desea que adquiramos, nos convertimos en una obra maestra Suya, que hablará al corazón de muchas personas.
Abracemos con ansias el don preciado de Su presencia en nuestra vida. —M. Fontaine [1]
La convicción de que eres hijo o hija de Dios te da una sensación de comodidad en tu autoestima. Significa que puedes encontrar fuerzas en el bálsamo de Cristo. Te ayudará a enfrentar las penas y dificultades con fe y serenidad. —James E. Faust
[1] Áncora Vales mucho