Podemos generar cambios
El Señor es mi fuerza y mi escudo; mi corazón en Él confía; de Él recibo ayuda. Mi corazón salta de alegría. (Salmo 28:7 NVI)
¿Alguna vez has abrigado un íntimo deseo de cambiar el mundo, de hacer algo que influya para bien en la humanidad? ¿Pero pensándolo dos veces te inmovilizaste, porque no creías que un ser anónimo como tú, tan don nadie y poco dotado, podría dejar huella? Sin ánimo de ofenderte, esa conclusión es disparatada.
Todos podemos hacer un aporte significativo, todos sin excepción. Eso no quiere decir que cualquier hijo de vecino pueda detener una guerra o solucionar un conflicto social, hallar un remedio para el cáncer y acabar con el hambre y la pobreza. No obstante, cada uno, por opaco que sea, puede cumplir la función que Dios le ha dado si rinde al máximo de sus posibilidades.
No hay vida que no tenga importancia o esté vacía de sentido. En lugar de enterrar la cabeza en la arena y pensar que nuestro aporte es inútil, podemos enfrentar las injusticias con sensatez y valentía, tomarnos el tiempo para practicar la empatía y la compasión, sembrar la paz en nuestro entorno empezando por sembrarla en nuestro interior, ser amables con quienes encontramos en el camino y preocuparnos al mismo tiempo por atender nuestra propias necesidades.
Podemos generar cambios haciéndonos responsables del efecto que tenemos en el mundo en que vivimos. Claro que ni soñar con emprender a solas esa misión. Dios nos acompañará y obrará en nosotros para que logremos hacer ese aporte. —Gabriel García Valdivieso [1]
Sé la persona que Dios quiso que fueras y encenderás el mundo. —Santa Catalina de Siena
[1] Conéctate Año 21, número 5