No es cuestión de entender, sino de perdonar
Cuando se perdona una falta, el amor florece, pero mantenerla presente separa a los amigos íntimos. (Proverbios 17:9 NTV)
Perdonar es una de las cosas que más nos cuesta a los seres humanos. No obstante, cuando le cedemos nuestras heridas a Dios y le decimos: «Jesús, te entrego esto; yo ya no lo quiero. Estoy harto», Él cubre esas heridas, dolores y penas con Su amor y nos alivia y restablece.
Dios comprende todas las situaciones y el corazón de cada persona. Es posible que jamás lleguemos a entender el motivo que pudo tener alguien para hacer algo, o para comportarse de cierta manera, o hacernos lo que nos hizo. Pero no es cuestión de entender, sino de perdonar.
Con todo, perdonar suele ser muy difícil, va a contrapelo de nuestra naturaleza humana. Por eso el Señor dice que precisamos Su ayuda para lograrlo. Él es quien nos da las fuerzas y la gracia para perdonar.
Todo el mundo tiene contratiempos y chascos. Lo que importa es la manera en que se reacciona ante las dificultades, problemas, penas y desengaños. Si nos resentimos por algo que nos ha herido, nos amargamos. Y si no desarraigamos esa amargura, espiritualmente nos vamos debilitando.
Perdona, echa todo eso por la borda y sigue adelante. A medida que lo hagas, Él te dará un corazón más amoroso, compasivo y generoso. Te transformará en una mejor persona, un hombre o mujer más fuerte, y un pilar en el que puedan apoyarse otros. Es decir, ¡te hará más semejante a Él! —Peter Amsterdam [1]
Donde habitan la misericordia, el amor y la piedad, allí también habita Dios. —William Blake (1757-1827)
[1] Conéctate Encomendar todo a Jesús