La sencillez nos lleva…

Ni pongan su esperanza en las riquezas, que son tan inseguras, sino en Dios. Él nos provee de todo en abundancia para que lo disfrutemos. (1 Timoteo 6:17 NVI)

 Nuestros auténticos tesoros no son el dinero ni los bienes materiales; son el reino de Dios, Su amor, Su relación con nosotros, nuestra salvación, la divina providencia, la atención que nos prodiga Dios y las recompensas que nos aguardan.
 Dios mismo se considera dueño de toda la creación: «Mía es toda la tierra», «Todo lo que hay debajo del cielo es Mío». De ello se infiere que todo lo que poseemos en realidad es de nuestro Creador.
 Conviene, pues, tener bien claros los principios de propiedad —que Dios es dueño de todo— y de buena administración —que debemos utilizar lo que Él nos ha confiado de una forma que esté en armonía con Su voluntad y Su Palabra— y la necesidad de cultivar una sana visión de nuestros recursos y bienes materiales. Así se nos hace más fácil ajustar nuestra actitud y comportamiento frente a lo que controlamos, ya sea tangible o intangible.
 La clave para tener una actitud correcta es la sencillez. La sencillez nos lleva a no concentrarnos tanto en nosotros mismos y nuestras posesiones, y a fijar más bien la atención en nuestro verdadero tesoro, nuestro amoroso Dios que nos ha dado lo más valioso que podríamos tener: Su amor y salvación.  —Peter Amsterdam [1]

 La sencillez es poner las posesiones en su debida perspectiva. Es contentarse con lo que se tiene, darle gracias a Dios por ello y estar dispuesto a compartir con los demás. — Kevin Jackson

[1] Áncora Cultivar la sencillez

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