Sin embargo
El Señor está cerca de los que tienen quebrantado el corazón; él rescata a los de espíritu destrozado. (Salmos 34:18 NTV)
Aunque la mayoría de la gente procura no pensar en ello más de la cuenta, la verdad es que hay mucho sufrimiento en el mundo. Son incontables los inocentes que mueren, quedan lisiados o pierden su casa a causa de guerras y conflictos crueles e injustos. Otros más sufren lo mismo a raíz de catástrofes naturales o desastres provocados por el hombre. El cáncer, el sida, el covid-19 últimamente y otras enfermedades se cobran millones de vidas todos los años, en muchos casos tras largos meses o años de dolor. No cesan las penalidades. ¿Por qué la vida tiene que ser así? Resurge entonces el interrogante que nos asecha desde tiempos inmemoriales: ¿Por qué permite Dios el sufrimiento?
La pregunta no tiene una respuesta sencilla y universal. Es cierto que Dios que permite que haya sufrimiento. Sin embargo, Sus motivos para ello son casi tan numerosos y diversos como las personas que sufren. Eso sí, es innegable que la forma en que uno sobrelleva el sufrimiento o reacciona ante el sufrimiento ajeno depende en gran medida de su fe. Quienes creen implícitamente en un Dios justo y amoroso claman a Él en esos momentos de necesidad, echan mano de Sus ilimitados recursos y hallan gracia y fuerzas para sobreponerse al dolor o a la pérdida.
Si bien el sufrimiento es parte integral de la vida y común a todos los seres humanos, tú también puedes poseer esa formidable fe y seguridad de que Dios nos acompaña en el dolor. —Gabriel García Valdivieso [1]
Dios mío, ¡nunca te he dado las gracias por esta espina! Aunque te he agradecido miles de veces mis rosas, jamás en la vida te di señales de aprecio por esta espina. Enséñame a ver la gloria de la cruz que porto. Enséñame el valor de mis espinas. Hazme ver que he ascendido a Ti por la vía del dolor, que mis lágrimas han formado mi arco iris. —George Matheson (1842–1906)
[1] Conéctate ¿Tiene sentido el sufrimiento?