La clave para tener una actitud correcta es la sencillez
Del SEÑOR es la tierra y todo lo que hay en ella; el mundo y los que lo habitan. (Salmos 24:1 RVA-2015)
De ello se infiere que todo lo que poseemos en realidad es de nuestro Creador, incluidos no solo nuestros bienes, sino también nuestra persona misma. Somos simples administradores o custodios de lo que Dios ha puesto a nuestro cuidado.
Conviene, pues, tener bien claros los principios de propiedad —que Dios es dueño de todo— y de buena administración —que debemos utilizar lo que Él nos ha confiado de una forma que esté en armonía con Su voluntad y Su Palabra— y la necesidad de cultivar una sana visión de nuestros recursos y bienes materiales. Así se nos hace más fácil ajustar nuestra actitud y comportamiento frente a lo que controlamos, ya sea tangible o intangible.
La clave para tener una actitud correcta es la sencillez. La sencillez, entendida como un medio de liberarse de ataduras innecesarias a las cosas de esta vida, como una ayuda para poner la mira en las cosas de arriba, no en las de la Tierra.
Jesús nos enseñó que donde está nuestro tesoro está nuestro corazón; por ende, conviene que nos autoexaminemos para determinar cuál es nuestro verdadero tesoro. Debemos tener una actitud sana frente a nuestros bienes materiales y reconocer el daño que puede causarnos una visión desequilibrada. La sencillez nos lleva a no concentrarnos tanto en nosotros mismos y en nuestras posesiones, y a fijar más bien la atención en nuestro verdadero tesoro, nuestro amoroso Dios que nos ha dado lo más valioso que podríamos tener: Su amor y salvación. —Peter Amsterdam [1]
Los seres humanos que no dejan un legado de grandes realizaciones, sino tan solo una sucesión de pequeños gestos de bondad, no han malgastado su vida. —Charlotte Gray
[1] Áncora Cultivar la sencillez