Fe, esperanza y gratitud
A él lo aman sin haberlo visto. En él creen y, aunque no lo vean ahora, creyendo en él se alegran con gozo inefable y glorioso. (1 Pedro 1:8 RVA2015)
El gozo cristiano se halla íntimamente ligado a la fe, la esperanza y la gratitud. Está vinculado a una perspectiva de la vida a largo plazo basada en la fe en Dios, la confianza en lo que nos ha expresado a través de la Escritura y la noción de que nuestra vida terrenal es apenas la fase inicial de nuestra eterna relación con el Señor.
Nuestro gozo se basa en la fe que depositamos en lo que nos enseña la Escritura, a saber: que Dios es nuestro Creador; que aunque la humanidad está distanciada de Él a causa de nuestros pecados, ha allanado el camino para que nos reconciliemos con Él mediante la muerte expiatoria de Jesús y el perdón de nuestros pecados; que gracias a esa reconciliación, entablamos relación con Él, Su Espíritu mora dentro de nosotros y nuestro vínculo perdura por la eternidad.
Nuestra fe en Dios y profunda confianza en Sus promesas de salvación, reconciliación y, en última instancia, de la eternidad con Dios contribuyen a darnos paz interior y una perspectiva optimista y serena del futuro. Nuestras creencias generan esperanza —la expectativa de un futuro halagüeño— y propician que vivamos con gozo. —Peter Amsterdam [1]
Desde una óptica bíblica, podemos definir el gozo como «conservar a diario un espíritu de regocijo en medio de toda circunstancia». Es más que un contentamiento interior, más que estar alegre y satisfecho con la vida en términos generales. —Michael A. Zigarelli
[1] Conéctate Año 22 • Número 11