El amor engendra amor
Todas sus cosas sean hechas con amor. (1 Corintios 16:14)
Son muy pocos los que a propósito tratan mal a los demás o que intencionalmente los tratan sin amor. Ahora bien, es muy fácil dejar que la multitud de quehaceres quiten importancia al amor en la escala de prioridades.
También es fácil caer en la tendencia a evaluar la conducta ajena y determinar inconscientemente que algunos se merecen más nuestro tiempo y atención que otros.
Son tendencias normales y humanas, pero eso no impide que cuando falta el amor, cuando no se manifiesta amor, las consecuencias puedan ser terribles.
Como bien saben, una persona no tiene que ser perfecta para merecer nuestro amor.
Es lo que hacemos, en eso consiste nuestra misión. El amor es nuestro sello característico, ¡o debería serlo! El amor engendra amor. Anima a los demás a dar lo mejor de sí. Hace descender las bendiciones del Señor. Infunde felicidad.
Cuando hay falta de amor, por lo general también se genera un ciclo. La falta de amor da lugar a más problemas, que a su vez generan más faltas de amor.
Cuando te parezca que te falta amor, pide al Señor un milagro, y no te fallará. Te llenará el corazón hasta rebosar. ¡Él siempre te dará más! —M. Fontaine [1]
Si abrigas amabilidad en el corazón, brindarás actos de amabilidad para tocar el corazón de otras personas por dondequiera que vayas, sean estos al azar o calculados. La amabilidad llega a ser un modo de vida. —Roy T. Bennett
[1] Áncora Amor en aumento