Fe y Duda
Y sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que Él existe, y que es remunerador de los que le buscan. (Hebreos 11:6 LBLA)
Me crie pensando que la fe y las dudas eran conceptos opuestos. La fe era buena; las dudas, malas. Con esa mentalidad, hasta las preguntas podían resultar peligrosas, pues me imaginaba que podían conducir a dudas.
En determinado momento tuve lo que consideré una revelación —desde entonces he sabido que muchas personas de fe son de la misma opinión—: las dudas no son enemigas de la fe; antes, pueden fortalecerla. Las respuestas necesitan preguntas tanto como las preguntas respuestas.
En definitiva, no nos queda otra que tomar una decisión de fe. Hebreos 11, el capítulo de la fe, dice en el versículo 6: “Sin fe es imposible agradar a Dios…”.
Antes pensaba que lo que decía ese versículo era que nuestras dudas desagradan a Dios. Ahora lo interpreto de una manera bien distinta. En él solo se mencionan dos cosas que debo hacer para tener fe y agradar a Dios:
1- creer que existe,
2- creer que recompensa «a los que lo buscan».
Yo creo que existe y lo he buscado diligentemente. Mis preguntas y dudas han sido una parte necesaria de esa búsqueda.
He hallado paz al comprender que nunca sabré todas las respuestas, lo cual no tiene nada de malo. Es parte de la fe. — Jessie Richards
Uno aprende y crece haciendo preguntas. Es precisamente a raíz de haber hallado respuestas que una persona adquiere la confianza para declarar sin temor ni reservas: «Creo». —Stephanie Hertzenberg
[1] Áncora Preguntas y dudas saludables