Dar amor a los Demás
Sean misericordiosos, como también su Padre es misericordioso. (Lucas 6:36 RVA2015)
La persona que sirve por amor a Dios y al prójimo no busca gratificación externa. No necesita que otros se enteren. No pretende el aplauso y la gratitud de los demás. Se contenta con servir anónima y humildemente.
El acento no está en los resultados. Tampoco espera que el beneficiario corresponda al servicio prestado, sino que encuentra placer en el servicio mismo. No discrimina; no aspira a servir a los nobles y poderosos, sino a todos los que padezcan necesidad, comúnmente los humildes y los indefensos.
Presta sin falta sus servicios sea cual sea su estado de ánimo; no se deja llevar por cambios de humor o por caprichos, sino que disciplina sus sentimientos y satisface la necesidad que haya. Vela por las necesidades ajenas sin pretensiones.
Es dar una mano cuando haga falta. i deseamos ser imitadores de Cristo, entonces aprender a servir al prójimo con amor y humildad, como hizo Jesús, sin otro interés que glorificar al Padre, y comprometernos a ello, es una disciplina que merece la pena practicar.—PA [1]
¿Cómo se ve el amor?
Tiene las manos para ayudar a otros.
Tiene los pies para ayudar a los pobres y necesitados.
Tiene ojos para ver la miseria y la necesidad.
Tiene orejas para oír los suspiros y las tristezas de los hombres.
Así es como es el amor.—Agustín de Hipona
[1] «El Servicio» Áncora, octubre 15, 2018.