Amar Libremente

El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser. (1 Corintios 13:4–8)

En esta lista, la primera característica del amor es que es sufrido, y me parece muy revelador, porque amar —con la generosidad y constancia que describe Pablo posteriormente en este pasaje— exige sacrificio, entrega y aguante. No podemos reservar nuestras expresiones de amor y cariño para ciertas situaciones o para unas pocas personas queridas. Asimismo, tampoco podemos negárselas a la gente que nos decepciona o nos falla.

Ahora bien, ¿cuál es el secreto para ser capaces de seguir mostrándonos afables con una persona que nos ha herido o que ha hecho daño a otros seres humanos? Un primer paso es ser indulgentes y darle el beneficio de la duda, recordando que nosotros también hacemos daño a los demás con nuestras faltas de consideración, pifias y malas decisiones.

Aparte de eso, una fórmula infalible, como dice otra traducción, es no llevar un registro de las heridas y ofensas recibidas. Las heridas duelen, y no sanan de la noche a la mañana; mas cuando refrenamos ese impulso tan humano de repasar mentalmente la película de los agravios que nos han hecho y optamos, en cambio, por perdonar y echarlos en saco roto, Dios nos da la gracia para sufrirlos con amor.—Keith Philips [1]

En todos tus planes, y en todo aquello en lo que pongas la mano, sólo perdurará lo que se haga por amor.—Anónimo

[1] Keith Philips Activada, Volumen 14 número 5, May 2013.

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