Nuestra fortaleza
No que estemos capacitados para hacer algo por nosotros mismos; al contrario, nuestra capacidad proviene de Dios. (2 Corintios 3:5)
Esa es la maravilla de Su gracia: que vino a llevar nuestras cargas. A participar en nuestra vida, a ser nuestra fortaleza. Cuando somos fuertes no descubrimos Su poder, sino cuando somos débiles, cuando no nos consideramos competentes.
Ponlo a prueba. Toma esa carga que llevas, ese peso que te oprime los hombros, y entrégaselo a Jesús. Él llevará la carga para que no lo hagas tú. En ese momento tendrás las fuerzas de Él.
Cuando ya no podemos más, por fin descubrimos la verdadera capacidad de Dios. Dependiendo a ese extremo de Dios llegamos a conocerlo de verdad; Cristo en nosotros, la esperanza de gloria.
Esta es nuestra esperanza y fortaleza, la misma esperanza y fortaleza que ayudaron al apóstol Pablo a sobrellevar enormes dificultades y sufrimientos, y lo inspiraron a decir: «De buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades para que repose sobre mí el poder de Cristo».
Somos débiles, pero Él es fuerte. Aunque no somos competentes, nos basta Su gracia. Si bien tenemos dificultades insoportables, Él lleva la carga por nosotros. —Misty Kay [1]
Somos salvos por gracia; por el inmerecido favor de Dios. Vivimos por gracia, la cual es también el poder de Dios que se manifiesta en nuestra vida para hacer lo que por nuestra propia fortaleza no podríamos hacer. Y todo se debe a que Dios es amor, y nos ama incondicional, constante y plenamente. —Joyce Meyer
[1] Misty Kay Áncora El retrato de la gracia