¡Así de sencillo es!

Todo mi ser te desea por las noches; por la mañana mi espíritu te busca. (Isaías 26:9 NVI)

 Procura acostumbrarte a orar un rato cada mañana, temprano, antes de comenzar tu jornada de trabajo, para pedirle a Jesús que te ayude, te guíe y te oriente. Apenas te despiertes, antes que nada, habla con Él.
 Escucha Sus instrucciones para ese día. Te sorprenderá la cantidad de problemas que Él te resuelve desde el primer momento si le prestas atención.
 Lanzarte a hacer tus tareas sin detenerte a hablar con Jesús y escuchar Sus indicaciones es como si un músico decidiera dar un recital sin afinar su instrumento.
 Comienza el día leyendo la Palabra de Dios y orando. Lo primero de todo, sintoniza con Él.
No pienses que orar es engorroso o que no dispones de tiempo. Y si el día se presenta muy cargado, más motivos tienes para hacerlo y más rato debes dedicar a la oración. Verás que esos minutos que pases orando te ahorrarán después muchísimo trabajo.
 Si pespuntas la jornada con oración, es menos probable que se te descosa. ¡Así de sencillo es! —DBB [1]

 Entra en el aposento de tu alma, deja afuera todo, de modo que solo quede Dios y lo que te ayude a buscarlo a Él; y cuando hayas cerrado la puerta, búscalo. Ahora, alma mía, di a Dios: «Busco Tu rostro; Señor, Tu rostro es lo que busco». Amén. —San Anselmo

[1] Áncora Una cita que no se puede perder

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