Es como nuestro presidente

El día que clamé, me respondiste; mucho valor infundiste a mi alma. (Salmos 138:3 RVA2015)

 ¿Alguna vez, frente a las pruebas, las luchas y situaciones difíciles en las que te encuentres, te preguntas si podrían ser el resultado de algo que hiciste mal? O tal vez veas las dificultades que enfrentas como una señal de fe débil.
 Ver lo que te ocurre desde esta perspectiva proviene de suponer que Dios está molesto o enojado por tus errores, defectos y pecados. Estoy segura de que Dios quiere que aprendamos a mejorar, pero si ves Su mano en tu vida como una mano de ira y castigo, pregúntate si eso es coherente con el ejemplo y amor de Jesús. Piensa en todo lo que Él te ha dado y en lo que ha hecho por ti. El Señor no se dedica a hacerte pagar por lo que Él ya pagó.
 Creo que Jesús está interesado en maximizar nuestras virtudes y bendiciones. Es como nuestro presidente en el reino del Cielo. ¿Qué director general estaría más interesado en las consecuencias y el castigo que en aumentar al máximo las posibilidades? Un buen director general estará concentrado en dotar de medios a quienes trabajan en su empresa de manera que desempeñen mejor sus tareas. Creo que el objetivo de nuestro Señor también es ese. Nos proporciona oportunidades para que hagamos lo mejor posible para Él. —Maria Fontaine [1]

 Dios habla en el silencio del corazón. Escucharlo es el principio de la oración. —Santa Teresa de Kolkata

[1] Áncora Abrirnos a nuevas posibilidades

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