Mi foco está puesto en Jesús
Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, de la misma manera Dios traerá por medio de Jesús, y con él, a los que han dormido. (1 Tesalonicenses 4:14 RVA2015)
Ahora que estoy en la última etapa de mi vida, el tema de la muerte me ronda en la cabeza más que antes. Los cristianos obviamente sabemos que la muerte no es el final de esta travesía. No obstante, es normal que nos preocupemos de la muerte y que nos cause cierta inquietud.
Yo mismo no he estado exento de temores y dudas sobre mi partida de este mundo y a veces me cuesta mantener incólume mi fe acerca de las glorias del Cielo.
De ahí que me he refugiado en las verdades de la Biblia, probadas y comprobadas por millones de fieles a lo largo de los siglos. Absorberlas y meditarlas me ha infundido una profunda paz.
Diversos pasajes de la Biblia me han reconfortado, particularmente los del Nuevo Testamento, como aquella ocasión en que Jesús le dijo a Marta: «Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en Mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en Mí, no morirá eternamente.» Enseguida Jesús remata con una pregunta —en realidad dirigida a todos nosotros—: «¿Crees esto?» El solo hecho de oír a Jesús plantearme serenamente ese interrogante me tranquiliza; y por supuesto le respondo: «Sí, Señor, siempre he creído». (Juan 11:25-27)
Frente a la perspectiva de la muerte, mi foco está puesto en Jesús. Sé que Él es el camino, la verdad y la vida, la resurrección y la vida; ¿para qué preocuparme entonces? — Gabriel García Valdivieso [1]
El día de nuestra muerte es el día de nuestra glorificación. La muerte es la gran entrada, la puerta que se abre a la eternidad. Eventualmente se abrirá en el tiempo de Dios y a la manera de Dios para permitir que otro hijo o hija regrese a casa donde pertenece. —Erwin Lutzer
[1] Conéctate Gracia para morir