Es un hábito que hay que adquirir

Dedíquense a la oración con una mente alerta y un corazón agradecido. (Colosenses 4:2 NTV)

 Se nos pide que estemos en continua relación con Dios, que en cierto modo es como tener un diálogo constante con Él, hablarle, pedirle orientación, alabarlo y escucharlo a lo largo del día.
 Cada día se nos ocurren miles de pensamientos y todos ellos pueden convertirse en oraciones. Es un hábito que hay que adquirir; pero cuando lo prueben verán que es de una eficacia grandísima para enseñarnos a orar verdaderamente «sin cesar». No hace falta idearse cosas por las que orar a lo largo del día; basta con convertir los pensamientos en oraciones al Señor.
 Si por ejemplo se despiertan por la mañana y piensan: «Uy, qué cansado estoy, no sé cómo voy a poder levantarme», pueden convertir ese pensamiento en una oración: «Señor, Tú sabes lo cansado que estoy y cuánto necesito que me des Tus fuerzas.» Cuando piensen: «¿Cómo estarán los niños?», pueden orar: «Señor, bendice y guarda a los niños en lo que estén haciendo. Protégelos y haz que tengan mucho amor, bondad y buen juicio.»
 Incluso con los pensamientos positivos, como: «Qué día tan bonito», pueden transformarlos en alabanzas al Señor. «Gracias, Jesús, por darnos un día tan hermoso.» —Maria Fontaine [1]

 La oración no es un monólogo, sino un diálogo. En esencia es la voz de Dios que responde a la mía. —Andrew Murray

[1] Áncora Orar es conversar con Dios

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