Un vínculo estrecho
Cuando se manifestaron la bondad y el amor de Dios nuestro Salvador, Él nos salvó, no por nuestras propias obras de justicia, sino por Su misericordia. (Tito 3:4,5 NVI)
Dado que Dios es amable y bueno, y nos ha demostrado Su amabilidad y bondad mediante la muerte sacrificial de Jesús para expiar la culpa de nuestro pecado, se nos insta a ser también amables y buenos con los demás..
La amabilidad o benevolencia y la bondad tienen un vínculo estrecho. Con frecuencia estos términos son intercambiables y se usan indistintamente. Expresan el deseo de satisfacer las necesidades de los demás.
No hay que demostrar amabilidad y bondad exclusivamente a las personas que amamos, sino a todos, incluso a quien quizá consideremos un rival o un enemigo, ya que al hacerlo imitamos la amabilidad de Dios. Jesús lo expresó muy claramente cuando dijo: Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada a cambio. Si lo hacen, el Dios altísimo les dará un gran premio, y serán Sus hijos. Dios es bueno hasta con la gente mala y desagradecida. (Lucas 6:35)
Claro que por naturaleza tenemos mayor inclinación a mostrarnos amables con quienes conocemos y estamos más estrechamente relacionados; no obstante, el llamado es a cultivar un temperamento amable y bueno de tal manera que seamos sensibles a los demás y realicemos de buena gana actos que manifiesten amor.
Los creyentes somos nuevas criaturas en Cristo, transformadas por el Espíritu Santo y llamadas a hacer el bien por dondequiera que vayamos, como lo hizo Jesús. —Peter Amsterdam [1]
La amabilidad constante logra mucho. Como el sol derrite el hielo, la amabilidad evapora los malentendidos, la desconfianza y la hostilidad. —Albert Schweitzer (1875–1965)
[1] Conéctate Amabilidad y bondad