Todos somos obras en proceso

Si nuestra esperanza en Cristo fuera únicamente para esta vida, seríamos los más desdichados de todos los hombres. (1 Corintios 15:19 RVC)

 Todos sabemos que  grandes olas de persecución azotaron a los primeros cristianos, a quienes Pablo se dirigía en sus epístolas. Su intención era hacerles ver que su breve vida aquí no era la última palabra ni todo lo que cabía esperar.
 Con frecuencia se compara la vida con una escuela. Recuerdo que, como muchos de mis compañeros de clase, yo me quejaba de estar encerrado en el colegio cuando lo que más quería era lanzarme a la vida. Ese no era nuestro destino. Se trataba simplemente de un centro de preparación, una oportunidad de obtener conocimientos y aptitudes que emplearíamos más tarde.
 Ahora creo que no hemos de alcanzar nuestro cénit en esta escuela que llamamos vida. Esta vida es apenas una etapa. Naturalmente, debemos sacarle todo el provecho posible; pero si no tenemos nada que podamos lucir salvo unas cuantas cicatrices y algo de sabiduría ganada con gran esfuerzo, no debemos pensar que de algún modo hemos dejado de alcanzar nuestro destino.
 A la luz de todo esto, ¿qué se espera, entonces, que logremos aquí? ¿Qué quiere o qué espera Dios de nosotros en esta vida? ¿Cuál es nuestra razón de ser? Salomón lo expresó de la siguiente manera: «Basta de palabras. Todo está dicho: Teme a Dios y guarda Sus mandamientos, que eso es ser hombre cabal».
 Todos somos obras en proceso. —Phillip Lynch [1]

 El fracaso no es más que la oportunidad de recomenzar de una manera más inteligente. —Henry Ford

[1] Conéctate Año 14, número 1

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