Tener un mejor amigo

Ya no los llamo siervos, porque el siervo no está al tanto de lo que hace su amo; los he llamado amigos, porque todo lo que a Mi Padre le oí decir se lo he dado a conocer a ustedes. (Juan 15:15 NVI)

 Para muchos de nosotros es importante tener un mejor amigo. Todos tenemos parientes, vecinos, socios comerciales y otras personas amigables con quienes trabajamos o nos asociamos a veces. Hay gente con la que conversamos de cuando en cuando en un ambiente informal. Sin embargo, el vínculo que mantenemos con un mejor amigo es mucho más estrecho.
 Un mejor amigo es alguien de nuestra confianza. Generalmente ha formado parte de nuestra vida desde hace un tiempo y entiende cómo pensamos, reaccionamos y nos sentimos. Con frecuencia conoce nuestra historia, vida y milagros, y es consciente de nuestras victorias, las pruebas y quebrantos que pasamos y nuestras más profundas inquietudes. Es una persona a la que le confiamos nuestros secretos, que nos acompaña cuando necesitamos oración, ayuda o un oído atento. Sabemos que estará a nuestro lado desinteresadamente y nos dará ánimos.
 ¿Qué mejor amigo podríamos tener? Jesús es tenazmente leal. Perdona todas tus faltas. Te apoya y te da aliento cuando más lo necesitas, y te escucha cuando quieres desahogarte. Es un oyente incansable. Te ama como un amigo que quiere ver que te desarrollas hasta alcanzar tu máximo potencial. No abriga celos. Únicamente quiere lo mejor para ti. —Maria Fontaine [1]

 Desde hace años tengo por norma tratar al Señor Jesucristo como un íntimo amigo. No es un credo ni una mera doctrina; lo tenemos a Él, a Él mismo.  —Dwight L. Moody

[1] Áncora Celebremos a nuestro mejor Amigo

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