Puedo invocar el amparo y la orientación

Pues vivimos por lo que creemos y no por lo que vemos. (2 Corintios 5:7 NTV)

 Estaba pensando en los hebreos que se dirigían a la Tierra Prometida tras su éxodo de Egipto. Deambularon cuarenta años por el desierto del Sinaí, y contaban con un prodigioso medio para saber cuándo era el momento de recoger sus tiendas, liar bártulos y reemprender viaje por aquellos caminos polvorientos: «El Señor iba delante de ellos, de día en una columna de nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarlos, a fin de que pudieran caminar tanto de día como de noche». (Éxodo 13:21)
 A pesar de sus desventuras por el desierto, producto de su desobediencia y descontento, aquella columna protectora fue una constante en sus andanzas. Sus pequeños crecieron en el desierto sin haber conocido cómo era la vida sin aquella columna divina. De día les proporcionaba sombra y de noche calor y luz.
 Cuando finalmente cruzaron el río Jordán hacia la Tierra de Promisión, la presencia visible de Dios ya no los guiaría; Él, no obstante, les hizo una promesa: «El Señor es quien va delante de ti. Él estará contigo; no te dejará ni te desamparará. ¡No temas ni te atemorices!» (Deuteronomio 31:8) Había llegado la hora de «andar por fe, no por vista».
 Puedo invocar el amparo y la orientación que brindan Su presencia. Aunque no la veo fuera de la puerta de mi casa, está allí con la misma certeza que si fuera visible. —Sally García [1]

 No podemos alcanzar la presencia de Dios. Ya estamos totalmente en la presencia de Dios. Lo que falta es conciencia. —David Brenner

[1] Conéctate La columna que se desplazaba

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