Pueden ser sorprendentes

Ustedes se fijan solo en la apariencia de las cosas. (2 Corintios 10:7 RVC)

 La naturaleza humana muchas veces nos traiciona. Nos formamos opiniones precipitadas sobre las personas, basadas en lo que vemos y oímos, sin molestarnos en ahondar un poco más.
 Jesús también ofreció un consejo sobre el particular. Nos exhortó: «No
juzguen por las apariencias». (Juan 7:24) Si somos francos, la mayoría probablemente admitiremos que cojeamos de ese mismo pie, por lo menos en algunas ocasiones.
 Todos nos sentimos estupendamente cuando recibimos algún elogio de la gente de nuestro entorno. Ganamos confianza cuando sabemos que alguien valora nuestras ideas y pensamientos.
 Por eso, todos podemos hacer más por inyectar ánimo a quienes nos rodean y contribuir a que tengan una mayor estimación de sí mismos. No cuesta mucho demostrar confianza en los demás, aunque no sea más que un poquito. Los resultados pueden ser sorprendentes.
 Si queremos que el mundo cambie y ver transformaciones a nuestro
alrededor, empecemos por creer que las personas son mucho más de lo que alcanzamos a ver exteriormente. Hagamos aflorar lo bueno en ellas, valoremos a cada una por lo que es, reconociendo sus dones y aptitudes. Al poner de relieve sus buenas cualidades, las reforzamos.
 Al fin y al cabo eso es lo que hace Dios con nosotros: «Dios nuestro Padre y nuestro Señor Jesucristo mismo les den mucho ánimo y los fortalezcan». —S. Keating [1]

 Para juzgar a un hombre, hay que estar por lo menos en el secreto de su pensamiento, de sus desdichas, de sus emociones. —Honoré de Balzac

[1] Conéctate Año 19, número 7

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