Podemos dejarles tesoros eternos

Pero gran ganancia es la piedad con contentamiento.  (1 Timoteo 6:6)

 Un señor me contó que hace poco un incendio hizo que por segunda vez, lo perdiera todo. Esta semana he oído varias veces las frases: «Lo perdí todo; todo está perdido». Por supuesto que eso depende de la manera en que se miren las posesiones terrenales. Si la mente y el corazón están fijos en las posesiones terrenales, entonces cuando se pierden, todo se ha perdido.
 Si ha habido una atención desmedida con el énfasis en cosas, casa y posesiones, cuando viene la pérdida, el dolor y el no contar con aquellas cosas que uno ama, resulta algo terrible. Pero eso ocurre porque se ha puesto el énfasis en el lugar equivocado, en lo temporal en vez de en lo eterno.
 Joey Brown contó con tristeza cómo la preciosa casa que tenía se incendió por completo y con ella sus decenas de trofeos, casi cien. Los perdió todos. Los valoraba muchísimo porque quería dejárselos a sus hijos y a sus nietos. Sin embargo, Joey puede dejarles un mejor legado, y lo mismo podemos hacer tú y yo. Un mejor legado que los mencionados trofeos.
 Podemos dejarles tesoros eternos, inculcándoles fe en Dios y confianza en el bendito libro de Dios, y todas las alegrías de la verdadera salvación por medio del Señor Jesucristo, a fin de que ellos sean ricos para con Dios y tengan una mansión en el Cielo. —V. B, Berg [1]

 Las personas más bellas son las que han conocido derrotas, sufrimientos, luchas, pérdidas, y han encontrado el camino para salir de las profundidades. Esas personas tienen una capacidad de aprecio, una sensibilidad y una comprensión de la vida que las llena de compasión, gentileza y un hondo interés amoroso. La gente bella no es así por casualidad. —Elizabeth Kübler-Ross (1926–2004)

[1] Áncora La verdadera riqueza

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