Jesús tuvo emociones y sentimientos como nosotros

Porque no tenemos un sumo sacerdote que no puede compadecerse de nuestras debilidades, pues él fue tentado en todo igual que nosotros pero sin pecado. (Hebreos 4:15 RVA-2015)

 Jesús estuvo sujeto a las mismas leyes naturales de crecimiento y desarrollo por las que se rigen los seres humanos. Nació como un niño y fue creciendo físicamente hasta llegar a la edad adulta. Experimentó el proceso normal de aprendizaje que experimentan los niños. Fue adquiriendo conocimientos, comprensión, sabiduría y un sentido de la responsabilidad. Con el tiempo se fortaleció en espíritu, merced probablemente a las lecciones que aprendió, como la de la obediencia a Sus padres, y también mediante el sufrimiento y otras vivencias.
 Jesús también tenía las debilidades y necesidades físicas de los seres humanos. Padeció hambre, sed y cansancio. Sintió debilidad física. Se fatigó. En una ocasión estaba tan agotado que durmió profundamente en una barca de pesca que era azotada por una violenta tempestad
 Jesús tuvo emociones y sentimientos como nosotros. Se compadeció de la gente. Se apiadó de los menesterosos. Lloró. Se maravilló, se conmovió profundamente, se enfureció. Se afligió. Rezó en medio de la ansiedad, se apesadumbró, se angustió. Tuvo amigos, por quienes sintió gran cariño.
 A lo mejor te preguntas: «¿Podría haber pecado Jesús?» La respuesta, basada en la Escritura, parece ser que no; no hubiera podido. Una mirada a la Biblia nos revela que: 1) Jesús no pecó; 2) Jesús fue tentado en todo aspecto, igual que nosotros; de ello inferimos que efectivamente fue tentado a pecar, y 3) Jesús es Dios, y Dios no puede ser tentado al mal. —Peter Amsterdam [1]

 Sin dejar de ser lo que era, se convirtió en lo que no era. —Cirilo de Alejandría

[1] Áncora La humanidad de Jesús

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