Pidamos al Señor que nos dé la mente y corazón de Él
De gracia recibisteis, dad de gracia. (Mateo 10:8)
Comprometámonos a pedirle diariamente a Jesús que nos llene de Su amor a fin de que podamos verter Su bálsamo sanador sobre toda persona que encontremos en nuestro camino y de modo que hagamos con los demás como nos gustaría que hicieran con nosotros.
Pidamos al Señor que nos dé la mente y corazón de Él, que son todo amor, desvelo, compasión, comprensión, bondad y sacrificio por el bienestar del prójimo.
Jesús dijo que vino a buscar y salvar lo que se ha perdido. La ovejita perdida entre las zarzas puede ser cualquiera de tus hermanos, hermanas, amigos, conocidos, compañeros de trabajo o prójimo que esté perdido en un mar de dudas, sumido en el desaliento, confundido, abrumado por la condenación, rendido de cansancio o lleno de dolor.
¿Puedes cumplir la misión que Jesús nos ha encomendado: sanar enfermos, limpiar leprosos, resucitar muertos? Sanar a los enfermos de cuerpo y espíritu con palabras que expresen amor; echar fuera la duda y la condenación manifestando amor y comprensión; resucitar a los «muertos» que han perdido la esperanza, demostrando fe y confianza en ellos; y limpiar a los «leprosos», a los que se sienten inmundos, indignos, olvidados y enfermos, ofreciéndoles amor y aceptación incondicional. —Maria Fontaine [1]
Oración: Señor, te rogamos que nos des un amor que siempre se interesa, un amor que no abandona, un amor tenaz. Un amor que saca a los demás a flote, que trasciende, que ve más allá. Un amor que soporta, que sostiene, que sana. Un amor que nunca se acaba, que no conoce límites. Amen
[1] Áncora Exhortación a ser compasivos