No hay otro nombre igual al de Él
Cercano está el SEÑOR a todos los que le invocan, a todos los que le invocan de verdad. (Salmos 145:18 RVA2015)
Para muchos, Jesucristo no es más que una persona, un tema para una pintura, una crónica épica para la pluma, una bella figura para una estatua o una idea para una canción; mas para quienes han escuchado Su voz, que han sido beneficiarios de Su perdón y han recibido Su bendición, Él es música, abrigo, luz, gozo, esperanza y salvación; un Amigo que nunca abandona, que nos levanta cuando otros tratan de abatirnos. No hay forma de agotarlo, por mucho que amontonemos sobre Él todas nuestras penas y contrariedades. Siempre está dispuesto a levantarnos, a ayudarnos. Se dirige a nosotros con el mismo amor, nos ilumina con la misma sonrisa, se apiada de nosotros con la misma compasión.
No hay otro nombre igual al de Él. Es más magnífico que el de César, más musical que el de Beethoven, más triunfador que el de Napoleón, más elocuente que el de Demóstenes, más paciente que el de Lincoln. El nombre de Jesús palpita con toda la vida, llora con todo el sufrimiento, se inclina con todo el amor. Su aliento está cargado de perfume.
¿Quién como Jesús puede compadecerse de un huérfano sin hogar? ¿Quién como Jesús puede acoger a un pródigo que retorna a casa? ¿Quién como Jesús puede volver sobrio a un alcohólico? ¿Quién como Jesús puede iluminar un cementerio surcado de tumbas? ¿Quién, como Jesús, puede hacer de una mujer de la calle una reina para Dios? ¿Quién como Jesús puede recoger las lágrimas de una angustia humana en Su cuenco? ¿Quién como Jesús puede borrar con un beso nuestro dolor? —Anónimo [1]
En Jesús se encuentra el remedio para la desazón, el bálsamo para el pesar por la pérdida de un ser querido, la curación para nuestras heridas y la suficiencia para nuestra insuficiencia. La vida que desea que llevemos está colmada de alegría y satisfacción. —Billy Graham (1918–2018)
[1] Conéctate Las respuestas de Dios