Mi Hacedor y mejor Amigo camina a mi lado

Abriré un camino en el desierto y ríos en la tierra estéril. (Isaías 43:19)

 El nuestro andar con el Señor es muy poco previsible. El terreno que recorremos con Él puede variar de un día para otro. Desde luego nos guía por muchas verdes praderas donde es imposible dudar de Su presencia, donde Sus bendiciones llueven copiosamente.
 También hay desiertos y yermos que hacen que la vida parezca un inmenso sequedal. Da la sensación de que el sendero es interminable. La aridez y la desolación se extienden por kilómetros. ¿Vale la pena continuar? nos preguntamos.
 Me acuerdo de Juan el Bautista, que también pasó algún tiempo en el desierto antes de su misión de preparar el camino para la venida del Señor. Me figuro que por momentos él también se hartó de vagar por el desierto. Imagínese vivir a régimen de «langostas y miel silvestre». Pero el tiempo que pasó en el desierto fue lo que lo preparó para realizar su vocación.
 Si bien todavía hay momentos en que atravieso un desierto, sigo adelante, consolado por el hecho de que no estoy solo. Mi Hacedor y mejor Amigo camina a mi lado y me sirve de guía.
 Si te encuentras en un páramo, en un yermo, no te desanimes. Persiste en la fe y confía sabiendo que «el hombre que camina con Dios siempre llega a su destino». Además, tu viaje por el desierto puede conducirte a tesoros que no encontrarías en ninguna otra parte. —Steve Hearts [1]

 Confía en el tiempo de Dios. Es mejor esperar un poco y que las cosas se pongan en su sitio que precipitarse y que todo se venga abajo. —Autor desconocido

[1] Conéctate Tesoros en el desierto

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