Lo mismo nos ocurrirá a nosotros
Si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto. (Juan 12:24 HCSB)
La muerte forma parte del ciclo de la vida; no es el fin. Esto se evidencia en todas las esferas de la naturaleza, y quizá no haya ejemplo más claro que el que presentó Jesús a Sus discípulos cuando los preparaba para la muerte que Él iba a padecer
El apóstol Pablo se explayó en esa analogía al referirse a nuestro fin, que en realidad será nuestro principio. «Cuando se siembra, la semilla tiene que morir para que tome vida la planta. Lo que se siembra no es la planta que ha de brotar, sino el simple grano, sea de trigo o de otra cosa. Después Dios le da la forma que Él quiere, y a cada semilla le da el cuerpo que le corresponde. [...] Lo mismo pasa con la resurrección de los muertos. Lo que se entierra es corruptible; lo que resucita es incorruptible. Lo que se entierra es despreciable; lo que resucita es glorioso. Lo que se entierra es débil; lo que resucita es fuerte. Lo que se entierra es un cuerpo material; lo que resucita es un cuerpo espiritual». (1 Corintios 15:36-44)
Cuesta imaginarse qué aspecto tendrán esos cuerpos espirituales; no obstante, la Biblia nos da algunos indicios en las descripciones que contiene de Jesús después de Su resurrección, Jesús se apareció con aspecto de hombre; no obstante, las más veces ni siquiera Sus más íntimos amigos lo reconocieron enseguida. Tenía substancia, «carne y huesos», caminaba, hablaba y podía comer; sin embargo, también podía materializarse y desaparecer a voluntad.
Jesús esencialmente era el mismo, solo que Sus facultades se incrementaron exorbitantemente. Lo mismo nos ocurrirá a nosotros. «En un momento, en un abrir y cerrar de ojos, [...] seremos transformados. . —Keith Phillips [1]
El cuerpo que posees ahora es sólo una semilla del cuerpo eterno que poseerás en el cielo. —Shana Schutte
[1] Conéctate ¿Biodegradación o germinación?