Estamos a salvo entre Sus brazos

Yo soy el Señor, Dios de todo ser viviente, ¿acaso hay algo que sea difícil para Mí? (Jeremías 32:27)

 El poder de Dios es infinito, es decir, que es ilimitado, inconmensurable. Si bien la Escritura afirma que Dios puede hacer todas las cosas, al mismo tiempo expresa que hay ciertas cosas que Dios no puede hacer. No puede anularse a Sí mismo actuando en contra de Su propia naturaleza y personalidad. No puede mentir. No puede ser tentado por el mal ni tentar a los seres humanos a hacer el mal. No puede obrar impíamente ni pervertir la justicia. No puede transgredir Su justicia.
 La omnipotencia de Dios es un factor importante que edifica nuestra fe en Él, por cuanto no es un ser que haga afirmaciones o promesas gratuitas que no tiene la potestad para cumplir. Dios tiene el poder para hacer efectivo lo que ha prometido. Prometió que por medio de Abraham bendeciría al mundo entero; que la simiente y descendencia de David sería perpetua; que el Mesías nacería en Belén, y padecería y moriría por los pecados de la humanidad. Cumplió la palabra empeñada. Profetizó sucesos con siglos de anticipación; y acontecieron. Cuando leemos las promesas que nos ha hecho, podemos depositar nuestra entera confianza en lo que dijo, dada Su condición de Creador todopoderoso y sostenedor del universo y de todo lo que en él hay. Aquel cuyo poder es infinito es nuestro padre, y nosotros Sus hijos. Estamos a salvo entre Sus brazos.  —Peter Amsterdam [1]

 Porque el Dios que es todopoderoso es el Dios cuya misma esencia es santidad, amor y verdad. Por tanto, hace y hará únicamente aquello que esté en armonía con Su ser…  En la Escritura, la omnipotencia de Dios aparece una y otra vez asociada con Su personalidad. —J. Rodman Williams

[1] Áncora Omnipotencia de Dios

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