El verdadero agradecimiento es

He aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación. (Filipenses 4:11)

 Para mí, lo más sobresaliente de esta declaración, es que aprendió. Mejor dicho, no se despertó un día sintiéndose agradecido de tener hambre y frío, de ser perseguido y haber sufrido un naufragio o ser encarcelado. Quizás no siempre estuvo contento con su vida, pero a través de la experiencia aprendió que la bondad del Señor excedía con creces cualquiera de sus circunstancias físicas, y eso le permitió contentarse o estar agradecido sin importar dónde acabara.
 La auténtica gratitud consiste en reconocer que lo que tienes ahora mismo es suficiente. Y si en este momento tengo suficiente, ¿por qué correr en busca de otra cosa, o preocuparme y enfadarme por algo que no está sucediendo ahora mismo? La cuestión es que ser agradecidos no es una costumbre que forme parte de nuestra naturaleza. Requiere práctica aprender a ver todo por lo que debemos estar agradecidos. Es algo que tenemos que aprender. Los pensamientos de agradecimiento producen una actitud agradecida.
 Seré franca, no siempre reconozco esa clase de contentamiento. Con frecuencia pienso: «Bueno, cuando terminemos eso, entonces podré relajarme». O bien: «Estaré contenta cuando adelgace 5 kilos, termine este o aquel curso, organice esto o aquello, vea de nuevo a Fulano de tal». La lista no tiene fin.
 Sin embargo, el verdadero agradecimiento es aprender a ver los regalos que Dios nos hace a diario y estar agradecidos por todo eso. Y que comprender Su bondad sea el fundamento de todos nuestros pensamientos. —Mara Hodler [1]

Debemos dar gracias por lo que sucede: si es algo bueno, porque es bueno; si es algo malo, porque produce en nosotros paciencia, humildad y desdén de este mundo. También nos da esperanza de un país eterno.  —C. S. Lewis

[1] Áncora De qué manera y cuándo dar gracias

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