El estrés no es ningún caramelo
Al Señor he puesto siempre delante de mí; porque está a mi diestra, no seré conmovido. (Salmo 16:8)
El estrés no es ningún caramelo. Para el estudiante que se mata repasando a último momento los contenidos de un examen importante, para el padre o la madre que hace malabares por atender las demandas del trabajo y la familia, para el que enfrenta una dolencia grave, para el profesional que lucha por estar a la vanguardia o para los que intentan mantenerse a flote a pesar de la inestabilidad económica reinante, los efectos debilitantes del estrés son bien conocidos.
Es posible que algunas de las causas del estrés hayan variado desde que se escribió la Biblia; no obstante, los consejos y promesas que nos ofrece sobre el tema siguen tan vigentes hoy como hace miles de años.
- Dios promete paz a quienes acuden a Él. “La paz os dejo, Mi paz os doy”. (Juan 14:27)
- Neutralizar la ansiedad con la oración. “Echando toda vuestra ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de vosotros”. (1 Pedro 5:7)
- No apartarse de Dios. “Mi presencia irá contigo, y te daré descanso”. (Éxodo 33:14)
- Confiar en el infalible amor de Dios y en Su providencia. “¿No se venden dos pajarillos por una monedita? Y sin embargo, ni uno de ellos caerá a tierra sin permitirlo el Padre”. (Mateo 10:29,31) [1]
Jesús no prometió alterar las circunstancias en que estamos inmersos, pero sí prometió una paz inmensa y un gozo puro a quienes aprenden a creer que Él lo tiene todo en Sus manos. —Merlin Carothers (1924–2013)
[1] Conéctate Confiar serenamente