El amor de Dios nos mueve
Si alguien oye mis palabras y no las guarda yo no lo juzgo; porque yo no vine para juzgar al mundo sino para salvar al mundo. (Juan 12:47 RVA2015)
Lo que sí sabemos es que Dios es amor, y que Él no quiere que ninguno perezca. Él ama a cada hombre, mujer y niño, independientemente de quién se trate, dónde viva, de qué color sea su piel o de lo que hicieron o no hicieron sus ancestros o creyeron o no creyeron ellos mismos. Los ama de todos modos, aunque su vida se consuma en el pecado o vivan en las tinieblas espirituales. Eso es lo hermoso del cristianismo, que el amor de Dios nos mueve a amar a todos y a compartir Su verdad y amor con tantos como podamos.
Dios toma en cuenta al individuo. Cada persona es única y es creada a Su imagen y semejanza. Cada uno es alguien por cuya salvación murió Cristo. Él ama a todos y se interesa por cada uno, aun los que no lo conocen, no lo han aceptado o lo han rechazado.
En todo el orbe hay personas que necesitan a Jesús y Su amor, personas solitarias, perdidas, infelices y en busca de soluciones.
Nuestra misión central es la de llevar la Buena Nueva de la salvación y el amor de Dios a toda la gente que podamos y a la vez vivir ese amor y darlo a los demás. —Peter Amsterdam [1]
Si acaso buscas el camino por el cual debes ir, toma a Cristo porque él mismo es el camino. —Tomás de Aquino
[1] Áncora Dios mira el individuo