Echémosle una miradita

Cuando en mí la angustia iba en aumento,     tu consuelo llenaba mi alma de alegría. (Salmos 94:19 NVI)

 Lamentablemente no podemos hacer desaparecer el estrés de nuestra vida con un chasquido de los dedos. En todo caso, echémosle una miradita a algunas cosas que me ayudaron a minimizar los efectos negativos del estrés.
 La fe en Dios: Dios es como un entrenador que sabe fortalecernos física y mentalmente. Aunque tal vez sintamos que nos estamos muriendo y que ya no podemos más, Él no deja de avalentarnos y alentarnos a seguir un poco más y no rendirnos en los momentos más difíciles. Nunca nos dará más de lo que podamos soportar, Jesús no espera de nosotros un desempeño perfecto, solo desea que confiemos en Él y no nos demos por vencidos. Confía en tu Entrenador Celestial
 Ejercicio físico con regularidad: Se sabe bien que el ejercicio físico induce al organismo a producir hormonas que combaten el estrés y sus enfermedades derivadas. Si bien cualquier tipo de ejercicio es mejor que no ejercitarse en absoluto, las actividades y deportes grupales tienen el beneficio adicional de ocupar la mente y activar nuestras aptitudes personales.
 Oración y meditación: Es esencial tomarnos ratos para hablar con Dios y descargar nuestras preocupaciones e inquietudes sobre Sus espaldas. Nuestro Padre Celestial nos ama y quiere ayudarnos. Lo único que tenemos que hacer es pedírselo. —Milutin Bunčić [1]

 No hay un solo momento en que Dios no sea dueño de la situación. ¡Relájate! Él te cubre las espaldas. —Mandy Hale

[1] Conéctate Año 21, número 10

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