Cuando te invada la preocupación
Quien nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que también nosotros podamos consolar a los que están sufriendo, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios. 5 Porque así como abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así también por el mismo Cristo abunda nuestra consolación. (2 Corintios 1:4-5 RVC)
Cuando te invada la preocupación y esa sensación de perplejidad y desconcierto, acércate a Mí. Descansa la cabeza en Mi hombro. Halla consolación en Mis promesas eternas. Presta oído a las palabras que te hablaré al alma y al pensamiento. Obtén fuerzas y paz de Mí.
No tengas reparo en confiarme de todo corazón tu vida y tu futuro. Recuerda que Yo hago bien todas las cosas. Pon tu mano en la Mía, y te conduciré por senda apacible, poblada de bendiciones. Te guiaré en cada batalla que enfrentes en la vida, y te llevaré a lugares de paz, superación y victoria.
Aprende a amar con el mismo amor que te ha ayudado a salir adelante en muchas situaciones de apuro, el amor que te ha dado las fuerzas para seguir adelante, perdonar y seguir manifestando Mi benevolencia al prójimo. Ese amor incondicional cubrirá con un velo numerosas faltas y pecados —tanto tuyos como de otros— y resplandecerá la luz de Mi amor en el camino de los demás. —Jesús [1]
No te limites a contar tus bendiciones. Sé la bendición con la que cuentan los demás. —Anónimo
[1] Conéctate Año 21, número 9