Oración navideña

Porque de él y por medio de él y para él son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén. (Romanos 11:36 RVA2015)

Jesús, eres Dios y eres hombre, rey y siervo de todos. Dejaste atrás Tu trono eterno en el Cielo para convertirte en mortal. Te encarnaste y te hiciste uno de nosotros para salvarnos. Me conmuevo al pensar que viniste silenciosa y humildemente a nuestro mundo y lo transformaste para siempre.
 Cuando naciste entre nosotros, nos hiciste los regalos más grandiosos que cabe concebir: salvación, paz, esperanza y amor. ¿Quién iba a imaginar que todo eso vendría por medio de un recién nacido, hijo de padres comunes y corrientes, envuelto en trapos y acostado en un pesebre?
 Porque viniste a la Tierra, ahora nunca estamos solos. Tenga o no familia y amigos, pase por buenos o por malos momentos, siempre podré contar contigo y con Tu amor.
 Gracias porque escogiste experimentar tanto la alegría como el sufrimiento terrenales. Gracias por soportar las lágrimas, el dolor, la frustración, la soledad, el agotamiento y la muerte, para poder afirmar con toda veracidad que nos comprendes. No ha habido nunca amor más perfecto que el Tuyo.  —Anónimo [1]

 Jesús, gracias por haber venido a mi mundo para conducirme de regreso al Tuyo y poder así estar contigo en el Cielo para siempre. Te recibo ahora como mi Salvador y te ruego que me perdones todos mis fallos y acciones erradas. Deseo experimentar Tu amor y consuelo ahora y para siempre. Amén

[1] Anónimo Áncora Sola en Navidad

Previous
Previous

Todos lo esperaban

Next
Next

Una ocasión para amar