Llevar una sonrisa
Tú has dado tal alegría a mi corazón que sobrepasa a la alegría que ellos tienen con motivo de su siega y de su vendimia. (Salmos 4:7 RVA2015)
No se puede ocultar un espíritu feliz, servicial y radiante; irradia a todo el mundo la misma luz, la misma alegría. La gente lo nota y dice: «Sus rostros están llenos de luz, se les ve tan felices, tan radiantes. ¡Siempre andan sonrientes!» Irradian alegría.
Tu felicidad depende de lo que pongas de tu parte. Es una ley de Dios, tanto como la de la gravedad, que la felicidad no se consigue cuando uno la busca para sí mismo ni cuando pretende que otra persona lo haga feliz a uno. Más bien se encuentra cuando nos esmeramos por entregársela a los demás. La felicidad no se alcanza persiguiéndola. Más bien te propones hacer felices a los demás y la felicidad te encuentra a ti. Te persigue, te alcanza y te llena.
“El amor no es amor hasta que no se da”. ¿Qué quiere decir? Que el amor no es amor de verdad hasta que dedicas tiempo para demostrárselo a los demás Concéntrate en ayudar a los demás. Procura su felicidad antes que la tuya. Alberga un amor real, auténtico, abnegado y desinteresado.
En eso consiste el amor: no en afanarse uno por ser feliz ni procurar que otros lo hagan feliz a uno. Fija los pensamientos en Jesús. Pídele que te ayude a amarlo tanto que ello se traduzca en un intenso amor por los demás, el cual te lleve a olvidarte de ti mismo y te motive a vivir por Él y por los demás. —DBB [1]
Si luces una sonrisa, tendrás amigos. En cambio, si andas con el ceño fruncido, no tendrás más que arrugas. ¿Para qué estamos si no para hacer la vida más llevadera a nuestros semejantes? —George Eliot (1819–1880)
[1] DBB Áncora Cristo en nosotros: nuestra esperanza de gloria