Lágrimas y miedos eliminados
Todavía un poquito y el mundo no me verá más; pero ustedes me verán. Porque yo vivo, también ustedes vivirán. (Juan 14:19 RVA2015)
El hecho de que Jesús se levantara de la tumba significa que venció a la muerte, y con ello nos liberó de estar limitados a esta vida terrenal. Si bien en estos momentos vivimos en un mundo degradado, tenemos la promesa de un mundo perfecto en el futuro. Ahora mismo sufrimos desengaños y desilusiones, pero nuestras lágrimas y temores serán eliminados para siempre en la vida que tendremos después de esta. Él lo arreglará todo. Aunque ahora a veces nos sentimos confusos, tristes, asustados e inseguros, cuando nos unamos a Él y estemos en Su presencia conoceremos una alegría inefable.
Todo eso es posible porque Dios, que nos ama profundamente y quiere que tengamos una relación con Él, trazó un plan para que pudiéramos convertirnos en hijos Suyos. Ese plan requería que Él entrara en este mundo mediante un nacimiento milagroso y que, tras vivir entre nosotros, entregara Su vida por nosotros en la cruz, y posteriormente resucitara. Habiéndose ejecutado ese plan, podemos disfrutar —tanto ahora como en el futuro— de esa relación con Él para la que fuimos creados.
Es impresionante que Dios haya posibilitado que gocemos en nuestra vida de Su presencia y que vayamos a habitar eternamente en ella. La respuesta adecuada por parte nuestra sería una de gratitud eterna, alabanza, culto y adoración, pues se nos ha dado el mejor regalo posible. —P. Amsterdam [1]
La unión con Jesucristo es el cimiento de nuestra fe. —Jean-Jacques Pictet (1655-1721)
[1]P. Amsterdam Rincón de los directores Maravillas de la Pascua