La Justicia de Dios

 Él es la Roca, Sus obras son perfectas, y todos Sus caminos son justos. Dios es fiel; no practica la injusticia. Él es recto y justo. (Deuteronomio 32:4)

El hecho de que la justicia sea un atributo de Dios significa que Su esencia, Su naturaleza y Su personalidad son siempre rectos: reflejan bondad, rectitud y justicia; Él mismo es el patrón incuestionable de lo que está bien.

 En Él no hay iniquidad, porque es el canon y modelo de la rectitud. Obra bien en todos los casos. Es todo integridad, bondad, rectitud.
 Dado que la naturaleza de Dios es recta, Él es justo y ecuánime en todo, incluida Su interacción con la humanidad. En vista de que Dios es santo, no puede tolerar el pecado; y dado que es recto, es preciso que trate a las personas conforme a lo que se merecen. Dios recompensa a quienes obran bien, a quienes viven en armonía con Su voluntad, Su Palabra y Sus preceptos.

 Por el mismo principio, cuando alguien peca, es castigado. Si no hubiera recompensas y castigos, Dios sería injusto.
 A muchos nos cuesta aceptar que esté bien y que se justifique que Dios castigue a los pecadores. Preferimos pensar que es un Dios de amor, y sin duda lo es. Nos ama incondicionalmente, aun cuando pecamos. Hasta ama a quienes pecan contumazmente.

 Dado que el amor es también parte de Su naturaleza y carácter, nos ama intrínsecamente. Sin embargo, no acepta nuestro pecado. El pecado nos separa de Él. —P.A. [1]

 En lo que concierne a la rectitud, no hay duda de que Dios es amo y señor de ese ámbito. Y en lo referente al tema, no sabemos a cuál de ambos extremos atenernos. Ese es nuestro dilema. —Max Lucado

[1] P.A. Áncora La Justicia de Dios

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