Animar a los Demás

Manzana de oro con adornos de plataes la palabra dicha oportunamente. (Proverbios 25:11 RVA2015)

Odo el mundo anhela que le den ánimo. Estoy convencida de que Dios quiere alentar a las personas, pero en muchos casos necesita que seamos nosotros los portadores de ese ánimo. Si consideras que no puedes ser muy generoso por falta de tiempo, de energías, de habilidad o de dinero, porque te parece que tienes muy poco, no te preocupes: a la mayoría nos pasa lo mismo. No obstante, todos podemos practicar la generosidad con nuestras palabras de ánimo, y así propagar el amor de Dios donde sea que estemos. No es necesario que lo que digamos sea profundo ni elocuente: basta con palabras sencillas que satisfagan la necesidad de amor, esperanza, trascendencia y consuelo que tenga la persona a quien se las dirigimos. A todo el mundo le gusta sentirse valorado, sentir que lo que aporta es significativo. A lo mejor nuestras palabras de aliento no representan sino un paso en la larga senda que recorre una persona. El amor nunca falla, de modo que si nuestras palabras no logran hacer mella inmediatamente en una persona, la verdad es que da igual. Lo principal es que la gente se sienta amada, apreciada y valorada. Es un honor andar por la vida practicando la amabilidad. Hasta un encuentro breve con una persona se presta para hacer un comentario oportuno, para decirle algo que le dé seguridad y le recuerde que en este mundo hay gente buena y amable que se preocupa por los demás.—MF [1]

La mejor parte de la vida de un hombre bueno son sus pequeños gestos —anónimos, olvidados— de consideración y amor.—William Wordsworth (1770–1850)

[1] Activada, Volumen 14 número 6.

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