Oración
Nunca dejen de orar. (1 Tesalonicenses 5:17 NVT)
Suele resultarme difícil encontrar tiempo para orar, muchas veces desaprovecho las oportunidades que tengo de hablar un rato con Jesús a lo largo del día, sobre todo cuando surgen situaciones inesperadas. Sé que necesito orar, pero me resulta difícil, me cuesta un mundo apartar tiempo para la oración. Por lo menos así era hasta que leí la regla de los 2 minutos1. Funciona de la siguiente manera: La mayoría de las tareas que postergamos en realidad no son difíciles; son totalmente factibles, pero por algún motivo evitamos iniciarlas, más que nada por eso de que «no tenemos tiempo».
La regla de los 2 minutos nos permite superar la indecisión y la pereza y nos da el envión para actuar. Consta de 2 partes:
1ª parte: Si toma menos de dos minutos, hazlo ya. - Le regla dice, pues, que hagas enseguida lo que te vaya a tomar menos de dos minutos. ¿Se aplica eso a la oración? ¡Claro que sí!
2ª parte: Cuando estés empezando a adquirir un nuevo hábito, este no debería tomarte más de dos minutos. - ¿Es factible alcanzar todos nuestros objetivos en menos de dos minutos? Claro que no, pero en dos minutos puedes acercarte a tu objetivo, sea cual sea. Aunque las oraciones largas y fervientes son estupendas y muy necesarias, las oraciones breves, inmediatas, son un buen punto de partida.—Chris Mizrany [1]
Pensamos en la oración como preparación para el trabajo, o como un momento de calma después de hacer el trabajo, cuando en realidad la oración es el trabajo mismo.—Oswald Chambers (1874–1917)
[1] Activada, Volumen 19 número 8, agosto 2018.