Desánimo

Pongan todas sus preocupaciones y ansiedades en las manos de Dios, porque él cuida de ustedes. (1 Pedro 5:7 NTV)

El desánimo puede abarcar muchos sentimientos, desde algo relativamente pequeño —como en mi caso—, hasta sentirnos agobiados, abrumados.

El desaliento puede surgir de problemas, fracasos, dificultades, obstáculos, soledad, situaciones traumáticas como la muerte de un amigo o un ser querido, la pérdida de empleo, la necesidad de mudarse lejos de familiares y amigos, ser víctima de chismes, la pérdida de una mascota querida, el diagnóstico de una enfermedad grave, etc.

Si se estudia la vida de Job, Moisés, David, Jeremías, Elías, Pedro, Pablo, etc., se verá que también pasaron épocas muy difíciles en que estuvieron desanimados y desesperanzados.

Dios no me menosprecia por tener estas emociones humanas. La Biblia dice: «Pues Él sabe lo débiles que somos; se acuerda de que somos tan solo polvo»

Jesús conoce nuestras debilidades y sabe que no siempre vemos más allá del aluvión de emociones que nos llegan. Jesús camina con nosotros en esos momentos, nos ayuda con nuestra carga y nos anima a mirar hacia arriba, a fin de que podamos encontrar la salida.—MF [1]

Jesús no prometió alterar las circunstancias en que estamos inmersos, pero sí prometió una paz inmensa y un gozo puro a quienes aprenden a creer que Él lo tiene todo en Sus manos.—Merlin Carothers (1924–2013)

[1] «La lucha contra el desalientoÁncora, mayo 7, 2020.

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