El Creador
Digno eres, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria, la honra y el poder, porque Tú creaste todas las cosas; por Tu voluntad existen y fueron creadas». (Apocalipsis 4:11 NVI)
Dios busca a quienes lo adoren en espíritu y en verdad. Nosotros, los que amamos y queremos complacer a Dios, debemos esmerarnos por adorarlo —en espíritu y en verdad— por el hecho de que Él lo desea. Pero, ¿cómo adoramos debidamente, en espíritu y en verdad?
Adorar a Dios es atribuirle la estimación que le corresponde.
La base del mérito de Dios y por tanto de nuestra adoración reside en Su naturaleza y carácter, en Sus atributos y Su esencia.
Es el Creador de todo lo visible y lo invisible.
Es todopoderoso, omnisciente, inmutable, infinito, eterno, omnipresente.
Entre otras virtudes, encarna sabiduría, verdad, fidelidad, bondad, amor, misericordia, gracia, paciencia, santidad, rectitud y justicia.
Si bien nosotros, seres creados a imagen y semejanza de Dios, poseemos algunos de estos atributos en pequeñas proporciones, Dios encarna esos atributos.
Siendo Él quien creó de la nada todo lo que existe, es infinitamente mayor que nosotros y por tanto digno de ser adorado. —P. Amsterdam [1]
Cuando admiro las maravillas de una puesta de sol o la belleza de la luna, mi alma se expande en la adoración del creador. —Mahatma Gandhi
[1] P. Amsterdam Áncora Un corazón devoto a la adoración