Sal
Vosotros sois la sal de la tierra. (Mateo 5:13)
Los cristianos hemos sido llamados a realzar el sabor de la vida con el condimento de la fe. Se ha dicho que «Dios dispersó [a los primeros cristianos] por todo el mundo para esparcir la sal en toda la tierra e iluminar a la humanidad».
La sal da gusto a la comida al esparcirse sobre ella, y de igual manera los cristianos nos hemos extendido por diversos países para sazonar el mundo.
Al vivir conforme a las pautas indicadas por Dios, los cristianos preservamos el mundo y disminuimos la decadencia moral de la sociedad.
De cada uno de nosotros depende conservar las cualidades de la sal, de forma que continuemos sazonando el mundo con Su sabor. De cada uno de nosotros depende ser una fuerza positiva, hacer nuestra parte para amar a Dios, mantenernos fieles a Su Palabra y compartir Su amor y verdad en todo momento y lugar.
Mientras nos esforcemos por vivir conforme a nuestros valores cristianos, acataremos el cometido divino de ser el condimento de vida en este mundo: dar a otros el verdadero significado y sabor de la vida, preservar el bien y compartir nuestra fe, la única moneda de verdadero valor en el mundo. —P. Amsterdam [1]
Al seguir a Cristo, el Rey crucificado, los creyentes descubren que reinar es sinónimo de servir, de buscar el bien ajeno. Aprenden el verdadero significado del amor: la entrega absoluta de uno mismo». Al vivir conforme a ese espíritu, el cristiano se convierte en «la sal de la Tierra». —Papa Juan Pablo II
[1] P. Amsterdam Áncora Superar la autocomplacencia