Compañerismo

No dejemos de congregarnos, como acostumbran hacer algunos, sino animémonos unos a otros, y con mayor razón ahora que vemos que aquel día se acerca. (Hebreos 10:25 NVI)

No dejemos de congregarnos, como acostumbran hacer algunos, sino animémonos unos a otros, y con mayor razón ahora que vemos que aquel día se acerca. (Hebreos 10:25 NVI)

Es estupendo que los cristianos puedan reunirse y fraternizar. Deberíamos desearlo con absoluta sinceridad. Después de hacer frente a problemas todo el día —por no decir varios días o toda la semana—, necesitamos disfrutar de un rato en armonía con otras personas que comulguen con nuestras creencias, que amen al Señor, que le sirvan y vivan para Él.

El mundo actual obstaculiza llevar una vida cristiana. De ahí que es una verdadera bendición reunirse con otros cristianos para disfrutar de la hermandad, cantar y alabar al Señor, orar unos por otros y solicitar oración por nuestros problemas y necesidades.

El Señor sabía que necesitamos unirnos fraternalmente con otros cristianos. Su práctica aumenta nuestra inspiración y solaz espiritual, y nos fortalece en Su Palabra. El versículo anterior también nos enseña que esas reuniones nos permiten alentarnos unos a otros.

La unidad genera una enorme fuerza. La oración en grupo y la hermandad tienen ese ingrediente mágico que atrae las bendiciones del Cielo. —DBB [1]

La fuerza está en la unión; el peligro, en la discordia. —Henry Wadsworth Longfellow

[1] Áncora Hermanos del alma

Previous
Previous

¡Él cuidará de ti!

Next
Next

El favor de los cinco minutos